domingo, 9 de enero de 2011

Y sigo creyendo en la magia de los Reyes

Hoy es un día propicio, aprovecho el impulso de este recién 2011, los innumerables parabienes que de él emanan y sobretodo aprovecho la magia tan bien recordada de un alegre día de Reyes. Aprovecho para invitar a los queridos lectores a dejarse “tocar” por una magia que permita concretarse en proyectos reales, en trabajar por ser cada día mejores en lo individual y en lo colectivo. Lo necesitamos. Desde hace un tiempo he querido escribir este artículo, para ordenar mis sentires y compartirlos con mi comunidad veracruzana, que recién estrena un nuevo gobierno. Y bueno, aquí comienza una breve historia para terminar con mi carta a los Reyes. Vivimos en una sociedad que nos revela en muchas situaciones cotidianas vacíos y retos que urge trabajar, hay grupos vulnerables sobreviviendo día a día; especialmente hace un par de meses llamó mi atención un niña de aproximadamente 5 años (considerando su talla, seguramente tenía más años), justo en el crucero de 20 de noviembre y Lázaro Cárdenas se acercó al espejo retrovisor de mi auto con un trapito en su mano derecha, justo cuando empezó a limpiarlo su mirada parecía extraviada, su cuerpo se recargó en el coche y percibí que su mano izquierda también tenía un movimiento corto de arriba hacia abajo, ¡estaba al mismo tiempo rayando la puerta del coche!! Los signos de admiración los anoto dado que en ese momento me pregunté ¿qué tuvo que haber vivido esta niña, para agredir a la primera oportunidad? ¿Qué futuro le espera a esta pequeña y a los seres que le rodearán?. Así termina mi anécdota. Lo anterior me puso a recordar que los patrones de conducta son modelados por las experiencias o vínculos afectivos desde edades muy tempranas y es muy probable ( pero no causal) que se repitan en las generaciones que le sucedan, es decir que estos mismos patrones los repitan los hijos de esta pequeña. Se puede ahondar en la importancia de las relaciones afectivas en edades tempranas en la Teoría del Apego del psicoanalista inglés John Bowlby (1969,1973,1980). Y es justo aquí donde comienza mi carta a los Reyes, con los ojos puestos en estos seres humanos que viven en un alto grado de marginación y que lejos de ayudarles el brindarles una moneda es prioritario que se concreten programas sociales que permitan mejorar su calidad de vida. Está comprobado que los ambientes violentos, desorganizados, de terror, falto de reglas, llenos de incertidumbre hacen mella en procesos sociales, físicos y cognitivos de los niños ( y adultos también) lo que crea aún más desventaja para su integración; sin embargo, experimentar situaciones más organizadas, envueltas de mayor afecto, confianza o con un mayor nivel de atención durante un tiempo más prolongado, puede crear una oportunidad distinta de vida. Como bien puede representar un ambiente educativo, óptimo para el aprendizaje no escolar, sino para la vida, donde se puedan experimentar relaciones afectivas más confiables. Esta última idea alentadora motiva a repensar en nuestras políticas sociales y educativas, que lejos de priorizar los recursos en poblaciones urbanas y rendir cuentas estadísticas es importante buscar criterios cualitativos distintos. No sólo se trata de apoyar a los que menos tienen ( es una frase muy trillada), se trata de planear sistemática e integralmente cómo disminuir la brecha de las desigualdades sociales. Porque no se trata de los problemas de algunos, pues lo que les sucede a unos impacta en otros, entonces se trata de todos, de vivir en sociedad. Mi carta pues la dirijo a mi misma ¿cómo desde mi desempeño personal y profesional docente puedo incidir en mi propósito?, al par de lectores que lean la presente y por supuesto a nuestro recién gobierno, porque sigo creyendo en la magia de los Reyes que toque nuestros corazones y nos guíe en la concreción de resultados. Berenice Morales.(Artículo publicado en diario de Xalapa, 8 de enero del 2010)

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